El 190 SL ha vivido a menudo a la sombra de su hermano más glamuroso, el 300 SL. Mientras que este último fue creado para la competición y equipado con exóticas puertas de ala de gaviota e inyección de combustible, el 190 SL se dirigía a un tipo diferente de conductor: alguien más interesado en el estilo y el turismo que en la velocidad pura y dura. Dicho esto, decir que el 190 SL es un coche "inferior" es no entenderlo.
Este ejemplar de 1962 demuestra exactamente por qué el 190 SL ha cobrado importancia en los últimos años. Acabado en Hellblau, un azul claro casi gélido que le sienta de maravilla a las líneas de la carrocería, y combinado con un interior de cuero color tostado casi perfecto que suaviza el aspecto y le da un aire cálido y de época.
Lo que realmente distingue a este coche es su historia. Originalmente vendido en Oregón, ha tenido sólo tres propietarios y viene con un registro de servicio completo que se remonta a 1981. Junto con el manual y el libro de mantenimiento originales, se incluye incluso un catálogo de piezas de fábrica del 190 SL, el tipo de documentación que facilita la vida a cualquiera que se tome en serio la propiedad de un Mercedes de época. Aún más encantadoras son las cartas entre el propietario y el pintor del coche, pequeños detalles que demuestran lo mucho que se ha cuidado este coche.
Desde 2012, se ha realizado una gran cantidad de trabajo. Se han añadido una capota y un bastidor nuevos, un interior recién recortado y un encendido electrónico moderno (1-2-3 Ignition), actualizaciones que mejoran la usabilidad diaria sin sacrificar la originalidad del coche. La radio Becker Europa también sigue ahí, añadiendo un toque de autenticidad de mediados de siglo.
Al conducirlo, recuerdas que no es un deportivo en el sentido moderno, ni siquiera en el sentido del 300 SL. El motor de cuatro cilindros y 1,9 litros es suave y pausado, combinado con una suspensión relajada y una dirección ligera. El 190 SL no trata de ser rápido, sino de vivir la experiencia: capota bajada, motor zumbando, carretera que se extiende. Mientras que el 300 SL se siente como un instrumento de precisión, el 190 SL se siente más como un reloj mecánico perfectamente envejecido: menos rendimiento y más elegancia.
En muchos sentidos, este es el coche que mejor representa lo que Mercedes-Benz ofrecía a la mayoría de su clientela a finales de los años 50 y principios de los 60. El 300 SL era la excepción. El 300 SL era un fuera de serie, un coche halo. El 190 SL, sin embargo, era asequible, y este ejemplo demuestra lo buenos que pueden ser cuando se mantienen adecuadamente. Tiene pátina donde importa, actualizaciones donde cuenta y una clara historia detrás.
Si busca un 190 SL que se haya conducido, amado y conservado sin exagerar, merece la pena echarle un vistazo. Puede que no sea el cabeza de cartel de la familia SL, pero es con el que la mayoría de nosotros querríamos vivir.
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