El 280SL Pagoda se lanzó por primera vez en 1968, el año de este coche, y fue uno de los primeros deportivos con un diseño que iba más allá de su incuestionable estilo, gracia y rendimiento.
El Pagoda también se diseñó pensando en la seguridad, con un habitáculo completamente rígido. En parte por este motivo, hoy en día son tan populares como clásicos utilizables y conducibles.
Nosotros mismos hemos tenido muchas Pagodas y las hemos usado para viajes por el continente sin ningún problema, la estrella de tres puntas en la parte delantera te asegura su fiabilidad cada mañana mientras algunos compañeros se quedan atrás ajustando mezclas y estranguladores hasta el mediodía - splutter splutter
Un sofisticado sistema de inyección de combustible multipuerto y su fiabilidad infalible garantizan que llegues a la siguiente parada con tiempo suficiente para disfrutar de las vistas durante el almuerzo con una copita de la bebida que elijas antes de reemprender la marcha.
Con un tiempo de 0 a 100 km/h de unos 8 segundos, no eran en absoluto lentos para su época y hoy en día se mantienen a la altura del tráfico moderno sin sudar, además de contar con dirección asistida, que en aquella época sólo estaba reservada a los coches más elegantes.
Más de medio siglo después de su creación, es natural que un coche con semejante pedigrí merezca una restauración de la misma calidad, en caso de que se decida emprender la tarea.
En el caso del coche que tenemos aquí, es cierto que no se dejó piedra sin remover para garantizar que se restaurara de una manera de la que la fábrica se sintiera orgullosa. Roger Edwards y Vanleigh Coachworks utilizaron su experiencia y habilidad combinadas para asegurarse de ello.
El diablo está siempre en el detalle con una restauración completa y las más o menos 200 fotografías documentan la restauración exhaustivamente, junto con los montones de facturas y descripciones de todo el trabajo realizado.
Los pequeños detalles, como la pintura negra detrás de la parrilla, la culata sin pulir, el maletero y el capó colgados y secos, dejando las marcas de goteo como se habría hecho en la fábrica, reflejan las preferencias del hombre que encargó la restauración: como nuevo era el objetivo.
De hecho, los cubos de rueda pintados a mano en negro, a juego con el techo negro, hacen que las especificaciones de color de este coche coincidan exactamente con las del coche de nuestro padre/abuelo en la época, por lo que sin duda cumple el objetivo de "como nuevo".
Hay uno o dos mod-cons que todos hemos llegado a apreciar como los puntos de carga ocultos iPhone & Becker radio con conectividad bluetooth. Una característica de este coche que todavía no hemos visto en un Pagoda es el siempre útil deflector de viento que hace que la conducción en autopista a velocidad inconmensurablemente menos ventosa y encaja perfectamente en el montaje del capó.
Después de haber recorrido sólo unos pocos cientos de millas desde la restauración que está afilado como un alfiler en todos los aspectos y listo para ser utilizado & disfrutado