Fundada en 1909 por Wilhelm Maybach y su hijo Karl, Maybach se centró inicialmente en la producción de motores de alto rendimiento para dirigibles y, más tarde, en 1921, con el W3, pasó a fabricar automóviles de lujo. En las décadas de 1920 y 1930, Maybach se convirtió en un símbolo de opulencia, lo mejor que Alemania podía ofrecer: vehículos como el Maybach Zeppelin, fabricado a medida para satisfacer los deseos de las personas más adineradas, son un símbolo perfecto del apogeo de la marca. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial desvió la atención de la empresa hacia la producción de tanques y motores marinos. Los problemas económicos de la posguerra hicieron que la marca desapareciera del mundo del automóvil durante varias décadas.
En 2002, Daimler AG resucitó la marca Maybach con la introducción de los modelos Maybach 57 y 62, que ofrecían prestaciones de ultralujo y potentes motores, compitiendo con marcas de la talla de Bentley y Rolls-Royce. A pesar de estos esfuerzos, la marca tuvo dificultades para competir con el establishment del lujo, cesando sus operaciones en 2013. Reconociendo el valor del nombre Maybach, Mercedes-Benz lo reintrodujo en 2015 como submarca, lanzando la Clase S Mercedes-Maybach. Este movimiento integró el espíritu de lujo de Maybach con la destreza de ingeniería de Mercedes-Benz, dando lugar a vehículos que ofrecen distancias entre ejes ampliadas, materiales exclusivos y un diseño refinado en su gama de sedanes, SUV y eléctricos.
Este Maybach en concreto es una de las 300 unidades megaexclusivas construidas según las especificaciones de cada cliente, con acabados Maybach exclusivos e interior a medida, y el motor V12 biturbo AMG fabricado a mano que se encuentra en el S65. Entregado nuevo en Langley, cerca de Vancouver (Canadá), este coche ha recorrido poco más de 5.000 kilómetros y se encuentra en óptimas condiciones estéticas y mecánicas.