La música, en esencia, es el arte de ordenar el sonido en el tiempo para transmitir ideas y emociones a través de elementos como el ritmo, la melodía, la armonía y el color. Del mismo modo, un Cadillac DeVille clásico puede describirse como una obra de arte: con dimensiones significativas que alcanzan los 5,86 metros, líneas armoniosas que culminan en los característicos faldones traseros y un atractivo perdurable tanto en negro sólido como en glamuroso rosa. Estos elementos reflejan el concepto de diseño sin restricciones, creando una máquina concebida no como una mera herramienta, sino como una extravagante obra maestra destinada a ser saboreada.

El legado del Town Car

El nombre "Cadillac" rinde homenaje al oficial francés Antoine de la Mothe Cadillac, que fundó Detroit en 1701. Más de dos siglos después, Detroit se ganó el apodo de "Motown", centro neurálgico de la música, coincidiendo con la producción del primer DeVille. Mencionado en innumerables canciones, el DeVille sirvió de inspiración a muchos, incluido el legendario Elvis Presley, que compró aproximadamente un centenar de yates terrestres de Cadillac a lo largo de su vida. Su elección favorita fue un 1972 DeVille station wagon, una creación a medida hecha exclusivamente para "el Rey".

Cadillac DeVille
1954 Cadillac DeVille
© dave_7, flickr

El DeVille comenzó como un prestigioso nivel de acabado para Cadillac, inicialmente presentado en el coupé Serie 62 de 1949. Venía equipado de serie con elevalunas eléctricos, tapicería de cuero y "nervaduras" cromadas en el techo. A pesar de sus lujosas connotaciones, el nombre "DeVille" se traduce simplemente como "para la ciudad" en francés, aunque la ciudad concreta a la que se refiere sigue siendo un misterio.

El primer año registró unas modestas ventas de 2.150 unidades, pero las cifras aumentaron hasta las 10.241 en 1951, superando las ventas del Serie 62 estándar. El creciente éxito del DeVille llevó a su creación como serie independiente en 1959.


El epítome de la eficiencia de combustible

El DeVille era uno de los modelos menos deportivos de Cadillac. A pesar de contar con enormes motores como el V8 OHV de 8,2 litros, su potencia se dedicaba principalmente a hacer funcionar el compresor del aire acondicionado y a proporcionar una conducción suave y rumorosa. Las prestaciones se medían en términos de refinamiento más que de potencia bruta, de forma similar al enfoque publicitario de los antiguos Bentley. Para los interesados en las estadísticas, este motor generaba aproximadamente 210 CV y lograba un consumo medio de combustible de unos 26 l/100 km al propulsar un vehículo de entre 2.200 y 2.400 kg.

Un look icónico de Cadillac

En 1954, El diseñador jefe de General Motors, Harley Earl, declaró célebremente: "Mi principal objetivo durante los últimos veintiocho años ha sido alargar y rebajar los automóviles americanos, tanto en realidad como en apariencia." Pocos son conscientes de su influencia en la cultura actual de los coches de postura, pero ganó aún más reconocimiento por diseñar los característicos guardabarros de cola de pez del DeVille. Inspiradas en el avión de persecución Lockheed P38 Lightning, estas aletas no sólo cautivaron a los espectadores, sino que también desataron una competición entre Cadillac y Chrysler por su tamaño. Sin embargo, su función principal era mejorar la estética. En realidad, el DeVille ofrecía algo más que un aspecto llamativo; contaba con innovaciones futuristas de los años sesenta, como un sistema de atenuación automática de las luces de carretera para evitar cegar al tráfico que circulaba en sentido contrario. Sin embargo, su principal atractivo seguía siendo sus detalles cromados, sus aletas traseras, su tamaño y su extravagancia.

El DeVille se mantuvo hasta 2005, año en que fue sustituido por el DTS. Para entonces, había cambiado a un diseño de tracción delantera y presentaba un aspecto más contemporáneo, similar al de unos vaqueros, en lugar de recordar a los modelos clásicos. Los tiempos habían evolucionado, al igual que los gustos musicales, dando lugar a una demanda de coches diferentes. Sin embargo, para aquellos que buscan revivir la riqueza y la celebración de la América de los 50 a través de una encarnación rodante del Rock and Roll, un DeVille clásico es la elección perfecta. Dependiendo del nivel de originalidad y personalización deseado, los precios oscilan entre 5000 y 90000 euros. Un modelo de la década de 1960-1970 en buen estado suele situarse entre los 13000-20000 euros, mientras que un modelo prístino de la década de 1950 podría costar entre 18000-40000 euros. Los cupés y descapotables Serie 62 suelen alcanzar los precios más altos.


1953 Cadillac Coupe DeVille


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