Famosa por su dedicación a la ubicación del motor trasero, Porsche ha mantenido sistemáticamente esta característica en su icónico modelo 911. Nos adentramos en la versión inicial del legendario 911 y exploramos las opciones de diseño que contribuyen a su perdurable atractivo.
Concebido como un deportivo para el día a día, el Porsche 911 se fabricó meticulosamente con este objetivo. La sinergia de sus componentes hace que este Porsche sea realmente excepcional y, a pesar de que sólo ha sufrido actualizaciones relativamente menores, sigue siendo un clásico muy querido desde hace más de medio siglo.
Ningún otro rasgo del 911 lo caracteriza mejor que su motor: el bóxer refrigerado por aire en la parte trasera del coche era un planteamiento poco convencional incluso en 1963, cuando debutó el modelo. Tenía la misma disposición que su predecesor Porsche 356, el VW Escarabajo diseñado por Porsche o incluso el Tatra 97, que influyó en todos estos coches. Aunque el motor seguía siendo un bóxer refrigerado por aire, era un 6 cilindros totalmente nuevo. Porsche sabía que esta disposición simplificaba el diseño general del coche.
El Porsche 911 se diseñó sin radiador delantero, lo que dio lugar a un frontal más aerodinámico, sin conductos de refrigeración que pudieran causar resistencia. Además, la ausencia de conductos de agua que recorrieran el coche reducía aún más la complejidad del vehículo.
Mientras que el frontal aerodinámico del VW Escarabajo mejoraba la eficiencia del combustible, permitía al 911 alcanzar mayores velocidades máximas. Combinado con la parte trasera en forma de lágrima, el 911 original era muy aerodinámico. Ferdinand Alexander Porsche, nieto del fundador de Porsche, Ferdinand Porsche, fue el artífice del diseño. Al hablar de la evolución del Porsche 356 al 911, declaró: "Tenía que convertirse en un nuevo Porsche que fuera tan bueno o mejor que el anterior, con el mismo estilo pero no necesariamente con la misma forma". F.A. Porsche creía firmemente que la forma debía seguir a la función, un principio que llevó adelante al establecer Porsche Design.
Las similitudes entre el 911 y el humilde VW Escarabajo cobran sentido cuando se sabe que el 911 estaba pensado para ser un coupé 2+2 en lugar de un biplaza. Poner el motor en la parte trasera preservaba más espacio para los pasajeros dentro de la distancia entre ejes. Se suponía que en el 911 podían sentarse cuatro personas razonablemente cómodas. Los asientos delanteros tuvieron que desplazarse hacia delante para ganar espacio para los pasajeros traseros. En consecuencia, los pilares A se hicieron más inclinados, dando al coche su perfil característico.
Sin duda, la versión descapotable del 911, el Targa, es tan emblemática como el coupé, y Porsche sigue fabricando este modelo incluso hoy en día. Originalmente, el Targa se concibió entre rumores en EE.UU. de que los descapotables se prohibirían debido a las normativas de seguridad. En consecuencia, se interrumpió el proyecto 911 descapotable y se creó el Targa. El nombre Targa procede de la carrera italiana Targa Florio, en la que Porsche destacó, y también puede significar "un escudo" en italiano. El coche conserva la silueta del coupé, pero la parte central del techo y la luneta trasera pueden retirarse, dejando sólo la distintiva barra antivuelco. Este diseño mejora la rigidez estructural, lo que contribuye a la seguridad y la maniobrabilidad.
El diseño del 911 ha evolucionado ligeramente a lo largo de medio siglo, hasta convertirse en una de las formas más reconocidas de la historia del automóvil. Aunque es bien proporcionado y agradable, surgió de la racionalidad, persiguiendo la velocidad y el confort.
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