En el pasado, cuando los coches eran un lujo que sólo podían permitirse los ricos, el proceso de compra de un vehículo era muy distinto del actual. Imagínese una sala de exposición de coches en la que se exhiben bellos automóviles, pero que carecen de carrocería completa, compuesta únicamente por un bastidor (chasis) y un motor. En aquella época, los ahora famosos fabricantes de automóviles suministraban principalmente el chasis y los motores para el producto final. Los carroceros eran los únicos responsables del exterior del coche. Nombres como Figoni & Falaschi, Ghia, Zagato, Portout, Saoutchik y muchos otros se esforzaban por crear los productos más exclusivos. La historia de cada carrocero es intrigante, pero hay uno que destaca como verdaderamente excepcional.
Henri Chapron fundó su empresa en 1919 en el barrio parisino de Levallois-Perret, donde se dedicó a reconstruir los Ford Ts abandonados por las tropas americanas tras la I Guerra Mundial. Los rumores sobre un buen carrocero se extendieron rápidamente, y pronto tuvo encargos para trabajar con Bentley, Delage, Delahaye, Hispano-Suiza, Panhard, y Rolls-Royce. Sus diseños y la calidad de su trabajo eran de tan alto nivel que puede decirse que empezó a marcar las pautas de toda la industria de la carrocería. Antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando prácticamente no había producción de automóviles en serie en Europa (aunque en EE.UU. ya existía el Ford T), Chapron era un actor bastante importante en Europa. Durante sus años de mayor éxito (1928-1931), la empresa empleaba a más de 350 personas que producían más de 500 carrocerías al año.
Los cambios de la posguerra no fueron benévolos con los carroceros, ya que los fabricantes europeos y estadounidenses de motores y chasis se pasaron a la producción en serie y empezaron a fabricarlo todo en sus propias fábricas. Sin embargo, Chapron ya había alcanzado la cima del éxito con la creación de la limusina presidencial, el Citroen Traction Avant 15-Six H Presidentielle. En 1955, cuando Citroën presentó la encantadora Diosa DS (fr. Déesse) que cautivó a toda Europa, Henri reconoció al instante el potencial de un DS sin techo. A pesar de la reputación de Chapron como referencia en Francia, Citroën se negó inicialmente a colaborar, ya que al parecer tenían previsto crear ellos mismos un DS cabriolet. Sin inmutarse, Henri compró un DS a un concesionario y, en 1958, presentó el primer cabriolet, bautizado como La Croisette Cabriolet. Ante la gran demanda, empezó a producir varios modelos DS de dos puertas en series limitadas. Mientras tanto, los planes de Citroën para fabricar su propio cabriolet se estancaron debido al elevado coste de la producción en serie y a la incertidumbre sobre la demanda del mercado para un vehículo de estas características.
Citroen tuvo que llamar a la puerta de Chapron. Flaminio Bertoni, el desarrollador del DS original, también participó en el proyecto, y su aportación dio lugar al primer DS cabriolet producido en fábrica: el Decapotable. En 1960, el Decapotable apareció en los catálogos de Citroën como un modelo que podía adquirirse por encargo. Era un coche lujoso (dos veces más caro que la berlina DS), por lo que no es de extrañar que sólo se vendieran 1.365 modelos del DS Decapotable hasta 1971. Sin embargo, esta es la razón por la que cada coche superviviente vale ahora su peso en oro.
Paralelamente, también se fabricaron otras versiones del DS, como el coupé biplaza Concorde y la limusina Majesty o Lorraine, en series muy reducidas. La crème de la crème de Citroën fue el DS Presidentielle, diseñado para el entonces Presidente General, Charles De Gaulle. Chapron tuvo entonces la oportunidad de trabajar con el Citroën SM de 1970; fabricaron sus propias versiones del SM: el cabrio MyLord y la berlina de cuatro puertas Opera. A continuación, recibieron de nuevo un encargo presidencial: en 1971, el Presidente de Francia, Georges Pompidou, les encargó la fabricación de dos cabriolets de cuatro puertas sobre la base del Citroen SM. Los coches se utilizaron por primera vez en 1972, durante una visita oficial de la reina Isabel II a Francia.
Henri Chapron murió en 1978, a los 92 años; sin embargo, vivirá con nosotros en sus obras para siempre.
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