Durante las primeras décadas de existencia del automóvil, Francia fue uno de los líderes en la promoción del nuevo vehículo. También fue aquí donde se celebró el primer rally automovilístico del mundo, el Rallye Monte Carlo.
Celebrado desde 1911, el Rally de Montecarlo es considerado el más duro y antiguo de Europa. ¿Y cómo empezó todo? Los organizadores del rally -Sport Automobile et Vélocipédique de Monaco (Deporte Automovilístico y Ciclista de Mónaco)- publicaron el reglamento del Rally de Montecarlo, que era un nuevo tipo de prueba automovilística, en el número de noviembre de 1910 de la revista Motor. El objetivo de los organizadores no era averiguar qué coche era el más rápido, sino evaluar la fiabilidad y comodidad de los automóviles, así como su capacidad para recorrer largas distancias. Por lo tanto, la carrera se diseñó para evaluar la velocidad media de los coches en ruta, el número de kilómetros recorridos y el número de pasajeros o mecánicos transportados, el confort de marcha, la disposición del equipaje, el aspecto del coche, el estado del motor y la carrocería después de la carrera, y otros elementos. Se esperaba que los coches llegaran a Montecarlo procedentes de San Petersburgo, Berlín, Roma, Amsterdam, Bruselas, París, Ginebra y Lisboa.
De los 23 coches que participaron en la carrera, 18 cruzaron la línea de meta. El ganador fue el francés Henri Rougier, que había conducido desde París en un gran Turcat-Méry con bastantes pasajeros. Su velocidad media en la dura ruta desde París fue de 30 km/h.
El segundo Rally de Montecarlo ya contaba con 65 inscritos. El recorrido más largo era de San Petersburgo a Montecarlo (3.267 km), pero solo un coche tomó la salida desde allí. La mayoría de los participantes, 22 coches, tomaron la salida en París. Los horarios de salida de las distintas ciudades se calcularon de modo que todos los participantes pudieran llegar al mismo tiempo a Montecarlo si mantenían una velocidad media de 25 km/h. Un total de 54 coches llegaron a la meta. Uno de ellos era conducido por una mujer: Mademoiselle Cabien. Venía de París en un pequeño Peugeot de dos cilindros. Aunque la parisina descansaba por la noche, su velocidad media de conducción era impresionante: 32 km/h.
Otra sensación fue el viaje de Andrei Nagel y su amigo Vadim Mikhailov, que partieron de San Petersburgo. Con su Russo-Baltique 24-30 HP, un deportivo biplaza fabricado en Riga, fueron los primeros en llegar a la meta tras pasar seis días en una larga ruta que resultó realmente agotadora en pleno invierno.
Nagel se había preparado cuidadosamente para la competición, ideando y equipando él mismo el coche con un parabrisas para protegerse un poco del viento y la nieve, así como con un techo de lona que recordaba a una tienda de campaña. Nagel condujo durante todo el trayecto. Sus paradas de descanso fueron cortas, siendo la más larga de apenas dos horas. Hubo momentos en que el aceite del motor y otros fluidos se congelaron, haciendo muy difícil seguir conduciendo. Pero lo peor fue la espera en la línea de meta: en opinión de los jueces, el parabrisas no estándar y el techo de lona que habían ayudado a los hombres a sobrevivir a las extremidades del viaje "estropearon" su elegancia, por lo que el equipo ruso no obtuvo ningún punto por la apariencia y los verdaderos líderes de la carrera se clasificaron novenos.
El ganador del primer rally, Henri Rougier, tuvo muy mala suerte: después de atravesar Lyon, su carretera quedó bloqueada por una multitud de curiosos que se habían reunido para ver otro coche que había tenido un accidente. Al no poder pasar, se desvió por una carretera secundaria en mal estado... y llegó al control horario de Aviñón 10 minutos después de que se hubiera cerrado. La competición fue ampliamente comentada en la prensa, y los organizadores fueron objeto de numerosas críticas por las dificultades de organización y las evidentes imperfecciones del reglamento.
Debido a la Primera Guerra Mundial y a las consiguientes dificultades económicas, el tercer Rally de Montecarlo no se celebró hasta 12 años después. El reglamento de la carrera se había modificado fundamentalmente, añadiendo una prueba de 90 km en circuito de montaña a la velocidad media alcanzada en ruta. Sin embargo, esta idea fracasó, ya que la policía francesa prohibió ir a más de 30 km/h. De los 30 participantes, sólo uno no logró terminar la competición. Curiosamente, esta vez el evento no era sólo para coches: también había motos.
El cuarto Rally de Montecarlo de 1925 contó con los primeros participantes que tomaron la salida desde fuera de Europa: los organizadores habían añadido la ciudad de Túnez como uno de los puntos de partida. Los coches que tomaron la salida allí ocuparon los cuatro primeros puestos de la clasificación general. Con una longitud directa de 3.566 kilómetros, o la friolera de 4.467 kilómetros vía Casablanca, el nuevo recorrido batió el récord de San Petersburgo. De los 47 coches que empezaron el rally, 32 lo terminaron. La segunda clasificada fue Madame Mertens, con un Lancia Lambda. Mientras tanto, el primer puesto fue para François Repusseau, que llevaba cinco pasajeros en su enorme Renault 40 CV.